La economía mexicana no está sostenida por grandes corporativos, sino por millones de negocios pequeños que día a día sacan adelante al país. Esa es una de las conclusiones más claras que arroja el Censo Económico 2024 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), una radiografía actualizada sobre cómo se ve el ecosistema empresarial en México.
Y aunque las cifras son contundentes, también muestran los retos profundos que enfrentan las empresas mexicanas para crecer, profesionalizarse y acceder a mejores herramientas financieras.
Una de las cifras más contundentes que ofreció el Censo Económico 2024 es que en México actualmente existen 5.5 millones de establecimientos activos. De ellos, el 99.8% son micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs). Es decir, por cada gran empresa, hay miles de pequeños negocios operando en condiciones muy distintas.
De ese universo:
El 95.1% son microempresas, con hasta 10 personas ocupadas.
Solo el 0.6% son consideradas grandes empresas, con más de 250 empleados.
Este dato no solo evidencia la importancia de las MiPyMEs como columna vertebral de la economía, también deja claro que las políticas, productos y servicios dirigidos al sector deben estar pensados para realidades muy distintas a las de los grandes corporativos.
El comercio minorista, los talleres, las tiendas de barrio y los servicios profesionales son los giros predominantes.
Según el censo:
El 43.6% de los establecimientos pertenece al sector comercio.
Un 34.9% se dedica a servicios diversos, desde consultorías hasta estéticas.
Solo el 10.4% pertenece a las industrias manufactureras.
Esto confirma un patrón estructural: México es un país de comerciantes y prestadores de servicios, más que de fabricantes o productores a gran escala.
El mapa económico tiene nombres conocidos en la cima, pero también muestra nuevas dinámicas:
Ciudad de México lidera con el 22.6% del valor agregado censal bruto del país. Aunque bajó ligeramente frente al 23.0% registrado en 2018, sigue siendo el motor económico nacional.
Nuevo León conserva el segundo lugar, con un 8.5% del valor agregado.
Estado de México ocupa la tercera posición (7.4%), seguido por Jalisco (6.0%) y Guanajuato (5.3%).
Entre los estados que escalaron posiciones destaca Tabasco, que pasó del lugar 16 al 7, aportando ahora el 3.9% del valor agregado censal. También crecieron Coahuila (5.1%) y Chihuahua (3.3%), consolidándose como polos industriales.
Estos datos muestran que, si bien la concentración empresarial sigue fuerte en las zonas tradicionales, nuevas regiones están tomando protagonismo gracias a la industria, el nearshoring, el comercio digital y los servicios especializados.
Uno de los hallazgos más reveladores del Censo Económico 2024 es la distribución desigual entre número de negocios y valor económico generado. Esto permite identificar dónde hay más actividad y dónde se concentra la riqueza.
El comercio minorista lidera en número de establecimientos, con más del 20% del total. Es decir, 1 de cada 5 negocios en México se dedica a vender productos directamente al consumidor final. Esto abarca desde tiendas de abarrotes y papelerías, hasta boutiques, ferreterías o farmacias.
La razón es simple: barreras de entrada bajas, inversión inicial accesible y alta demanda en zonas urbanas y rurales. Sin embargo, este sector —a pesar de su volumen— no es el que más aporta al valor económico del país. Sus márgenes suelen ser bajos, la competencia es intensa y la informalidad es alta.
En segundo lugar, están los servicios de alojamiento temporal y preparación de alimentos y bebidas, que representan el 14.4% de todos los establecimientos. Esto incluye fondas, restaurantes, cafeterías, loncherías, hoteles, hostales, cocinas económicas, etc.
Se trata de un sector dinámico, muy sensible al turismo y la actividad local, pero también vulnerable a variaciones estacionales y cambios en los hábitos de consumo. La pandemia de COVID-19, por ejemplo, dejó huellas profundas en este segmento.
En contraste, la industria manufacturera, aunque representa solo el 10.6% de los negocios, es responsable del 33.5% del valor agregado censal bruto en México. En otras palabras, 1 de cada 10 empresas produce un tercio de toda la riqueza empresarial medida por el censo.
Esto refleja una alta productividad y sofisticación en las industrias manufactureras —como la automotriz, aeroespacial, farmacéutica, de alimentos procesados o electrónica—, muchas de ellas ubicadas en estados como Nuevo León, Guanajuato, Coahuila y Baja California.
También habla de una concentración económica importante: pocas empresas generan grandes volúmenes de riqueza, inversión y empleo formal. Esto puede verse como una oportunidad para crecer en cadenas de valor o como un riesgo si no se diversifica el ecosistema empresarial.
Pocas cifras del Censo Económico 2024 son tan contundentes como esta: el 52.1% de los establecimientos en México operan en la informalidad. Es decir, más de 3.5 millones de negocios —desde puestos callejeros hasta pequeños comercios y talleres— no están registrados ante el SAT, no emiten facturas, ni pagan seguridad social o servicios contables.
Esto convierte a México en uno de los países con mayor proporción de negocios informales dentro de su ecosistema económico, un fenómeno que tiene raíces profundas, pero consecuencias muy tangibles.
Una empresa se considera informal cuando:
No paga contribuciones patronales ni ofrece prestaciones sociales.
No forma parte de una razón social más grande, ni tiene asesoría contable o fiscal.
No usa sistemas contables, ni contrata servicios profesionales externos.
Opera en efectivo y muchas veces sin RFC ni domicilio fiscal formalizado.
Bajo estas condiciones, el crecimiento está limitado desde el origen.
Aunque pueda parecer más barato o sencillo operar fuera del radar fiscal, la realidad es que la informalidad bloquea el acceso a herramientas clave para escalar un negocio. Algunas de las principales consecuencias son:
Imposibilidad de obtener crédito bancario o institucional. Sin historial formal ni facturación comprobable, es casi imposible acceder a financiamiento competitivo.
Falta de protección legal y social. Las personas empleadas no tienen seguridad social, y el negocio no tiene mecanismos de defensa ante litigios o auditorías.
Pérdida de oportunidades de crecimiento. La mayoría de licitaciones públicas, programas de apoyo, alianzas con grandes proveedores o exportaciones exigen estar registrado formalmente.
Menor productividad y profesionalización. La informalidad suele ir acompañada de falta de sistemas, herramientas tecnológicas y cultura empresarial, lo cual limita la eficiencia operativa.
El informe revela que las microempresas concentran la mayoría de los casos, especialmente en sectores como:
Comercio al por menor
Servicios personales (peluquerías, estéticas, talleres mecánicos)
Preparación de alimentos
Transporte informal
La informalidad también está muy presente en el ámbito rural y en zonas urbanas de alta densidad, donde la fiscalización es menor.
A pesar de los temores iniciales (pagar impuestos, cumplir con requisitos, etc.), formalizarse puede ser un punto de inflexión positivo para cualquier negocio. Las ventajas son claras:
Acceso a financiamiento formal y mejores tasas. Ya sea crédito simple, crédito revolvente, factoraje o arrendamiento financiero.
Posibilidad de emitir facturas electrónicas, lo que te permite trabajar con empresas grandes, gobiernos o plataformas digitales.
Deducciones fiscales que reducen tu carga tributaria si llevas una contabilidad ordenada.
Profesionalización del negocio. Al formalizarte, comienzas a usar herramientas digitales, sistemas contables, asesoría financiera y administración basada en datos.
Protección jurídica. Tener un registro formal te permite actuar legalmente ante conflictos con proveedores, clientes o instituciones.
Recuerda que formalizarse no es solo cumplir con el SAT. Es profesionalizar el negocio para hacerlo más rentable, estable y preparado para crecer.
En un país donde más de la mitad de los negocios siguen operando al margen, la formalización es una ventaja competitiva que muy pocos están aprovechando.
Más allá de los porcentajes y gráficas, los resultados del Censo Económico 2024 ofrecen una guía clara sobre cómo tomar decisiones más inteligentes para el futuro de tu negocio. Cada segmento económico, ubicación geográfica y nivel de formalidad plantea retos distintos… y también oportunidades reales si sabes interpretarlas.
Los datos lo confirman: entidades como Nuevo León, Jalisco, Guanajuato, Coahuila y Chihuahua son líderes en generación de valor agregado gracias a sus polos industriales y cadenas de proveeduría bien desarrolladas.
Si ofreces soluciones para empresas (ya sean materias primas, logística, servicios financieros, tecnología o equipo), tu estrategia comercial debe enfocarse ahí. Estas regiones tienen:
Alta densidad de empresas formales y grandes.
Mayor adopción de herramientas digitales.
Mejor acceso a financiamiento, especialmente en manufactura.
Además, el crecimiento del nearshoring está atrayendo nuevas inversiones, lo que aumenta la demanda de proveedores locales confiables.
El comercio minorista domina por volumen, pero también es el sector más saturado en zonas metropolitanas como Ciudad de México, Estado de México o Guadalajara. Esto implica alta competencia, márgenes reducidos y costos operativos más elevados.
Por eso, si estás en retail o comercio electrónico, considera expandirte hacia regiones con menor saturación pero crecimiento económico sostenido, como:
Querétaro (alta formalización y digitalización).
Yucatán (turismo, servicios, logística).
Aguascalientes (industria, consumo urbano creciente).
Estos estados tienen menor densidad de negocios por habitante, pero están en expansión, lo que representa una oportunidad para establecerse antes que el mercado madure.
Aunque la Ciudad de México sigue siendo el centro neurálgico del sector servicios y tecnología, los datos revelan un crecimiento importante de startups, clústers industriales y universidades en estados como Jalisco, Querétaro, Nuevo León y Puebla.
Eso significa que tu empresa puede:
Abrir operaciones remotas o comerciales en estas regiones con costos más bajos.
Conseguir talento especializado sin competir directamente con los sueldos de la capital.
Ofrecer soluciones digitales o consultoría empresarial en ecosistemas emergentes que buscan profesionalizarse.
El crecimiento de la digitalización fuera de CDMX es una tendencia que apenas comienza, pero que puede representar una ventaja de posicionamiento anticipado para tu empresa.
La realidad es clara: formas parte del 99.8% del tejido empresarial mexicano… pero también de un ecosistema frágil. La mitad de las empresas no sobreviven más de 2 años. ¿Por qué? Falta de liquidez, informalidad, mala administración, baja digitalización o simplemente, no medir bien sus finanzas.
Por eso, si tienes una PyME, este censo no es solo un estudio técnico, es un llamado de acción:
Digitaliza tu operación: desde la contabilidad hasta el seguimiento de ventas.
Controla tu flujo de efectivo: el crecimiento sin liquidez es una trampa común.
Accede a financiamiento inteligente: líneas revolventes, pagos a proveedores, créditos digitales.
Evalúa tu ubicación, mercado meta y estrategia de diferenciación.
No basta con “estar” en el mercado: hay que adaptarse, optimizar y anticiparse. Los datos del INEGI son una brújula poderosa si sabes usarlos para guiar tu estrategia.
El Censo Económico 2024 no es solo una fotografía estática del país. Es un mapa detallado que revela cómo se mueve el corazón productivo de México, dónde se concentra el valor, qué sectores están creciendo y cuáles se están quedando atrás.
Los datos confirman lo que muchos empresarios ya intuían: México es un país de PyMEs, pero muchas de ellas siguen operando con herramientas del pasado. En un entorno de inflación, competencia global y disrupción tecnológica, seguir operando como siempre ya no es una opción.
Los negocios que prosperan no son necesariamente los más grandes, sino los que usan la información para anticiparse, adaptarse y actuar con estrategia.
Entender dónde están tus pares, cómo se comportan tus competidores y qué regiones están generando más valor te da una ventaja real. Y en un entorno donde el 50% de las empresas no llega a los dos años, esa ventaja puede ser la diferencia entre crecer o desaparecer.
Este censo también deja claro que la formalidad, la digitalización y el acceso a herramientas financieras no son lujos, son condiciones mínimas para competir. Ya no basta con “vender bien”; ahora hay que vender con visión, con datos y con control.
Usar la información para tomar mejores decisiones no es solo una estrategia empresarial, es una decisión de supervivencia. Y ahora más que nunca, con los datos al alcance, solo hay que decidir usarlos.